
No acostumbro a venerar a las personas, adueñarme de sus almas o intentar entenderlas... ya no.
Prefiero las palabras cortas, los mensajes ocultos, las pisadas por debajo de los párpados, las aristas curvas... de esto debo reírme fielmente debido a mi insistente educación durante 4 años y medio en la carrera de las flores marchitas de concreto, los azulejos emancipados al muro, la salitre en el acero corroído, el momento plástico y elástico.
No quisiera pretender sentirme rebuscada, serme complejo sorbo de letras, ni siquiera he querido ser leída...Comprometida me siento ha dejar de emplear mi fruncida imagen en el infinito desborde literario, dejar de calcinar mis pardos ojos en los entes de misera corrupción impersonal...