
Claro que no me refiero a las ilícitas policíacas para el resguardo extra a expensas de nuestros valerosos y rectos ciudadanos. Si no a la sensación de intensidad ocasionada por un súbito encuentro de realidad y ficción. Me encontraba yo felizmente laborando en la esquina del mobiliario "oficinero", soy la del borde, la más próxima al vano de acceso al área de proyectos, el olor a cocina, el cancel del patio, Morgan y su estampido ladrido contra el vidrio, las recetas de bajemos unos kilitos, purguemos nuestro estómago y sepamos a miel, del personal de 2do piso... Probablemente mas de la mitad de las 500 letras que he escrito sean una encrucijada y nada más, pero para mi son el diario de 5... Y aveces 6 días. Permanezco la mayor parte de mi día sentada en una silla de diseñador frente a mi pobre y desgastada máquina que al 90% llama la atención al ser decorada con una estrella fluorescente. A pesar de dar la espalda a todo akel que inicia su entrada en nuestra apreciable comunidad de "clickeos" constantes, arritmias de teclado, ojos hacia el techo en medio de la solución de un despiece, narices apuntadas con filosa sensibilidad al cuarto para las doce, la repartición cotidiana en ayuno de la fruta picada, el cafesito bien cargado... Y si, decía yo que a pesar de mi espalda, a todos doy la bienvenida. Como lo fue el día de hoy al enterarme que mis casi 7 meses de labor constante podrían verse decorados con una cereza de peculiar curvatura y jugoso saborizante. No es para nada despreciable el hecho de que te premien con el doble de repsosabilidad de la que habías estado acostumbrada a cargar. Por eso mismo, por esa dichosa parádoja enunciada, me siento a mordidas en el aire, a truenos de estómago vacío, a nervios de punta, cabellos erizados, pupilas alteradas, respiraciones pausadas, no de tranquilidad si no de inestabilidad de no saber hacia donde arrinconarme, o si no hacerlo, todo esto lo llevo dentro de un paquete de sonrisa y plenitud entera listo para estallar.