Arquitectura en la ciudad simulada - Toyo Ito (Fragmento artículo)

Éste es el momento en el que la sociedad entera queda envuelta en una gigantesca película transparente. En su momento, los arquitectos anhelaban las retículas homogéneas, porque la sociedad era por entonces opaca y turbia. Trataban de incorporar retículas transparentes y neutrales en una sociedad que era tan opaca y heterogénea como la lava. Por consiguiente, aunque se hubiera culminado con éxito la homogeneización en un espacio universal de oficinas, éste habría quedado restringido dentro de un territorio cerrado. Cuando se diera un paso fuera de la oficina, allí se extenderían los espacios reales y embarullados. Hoy en día, nuestro entorno está Ileno de una brillantez vacua. AI igual que los electrodomésticos que pueblan los estantes de un tienda de oportunidades, nuestras ciudades se han secado y estan yermas. Durante los últimos diez años, a las ciudades se les ha privado de la humedad como si las hubieran echado en una gigantesca secadora. Aunque estamos rodeados de infinidad de productos, vivimos una atmósfera enteramente homogénea. Nuestra opulencia se sostiene solo con ese trozo de película transparente. La vida simulada está formada sobre la base de la película transparente que cubre la sociedad. Por ejemplo, hombres y mujeres se detienen en ciertos lugares, antes de ir a casa después del trabajo, con el fin de comer, cantar, bailar, charlar, ver películas, ir al teatro, practicar juegos o ir de compras. EI tiempo y el espacio disponibles en algún lugar entre la oficina y el hogar-para hacer ejercicio, por ejemplo, en un club deportivo- son totalmente ficticios. La gente se come cualquier cosa que le sirvan como si aquellos platos hubieran sido preparados por su propia madre; cantan y bailan como si fueran estrellas de cine; debaten temas con quienquiera que esté a su alrededor como si fueran íntimos amigos; van de compras para tener buenos sueños, y actúan en un espacio artificial como si realmente estuvieran corriendo por el campo o nadando en el mar. Todo ello son simulaciones, desde el espacio y las acciones hasta cualquier cosa que puedan obtener allí. Más aún, esta vida y este espacio simulados han invadido las oficinas y las casas en lugar de permanecer modestamente en una zona neutra como es el centro de la ciudad. Nuestras familias y nuestros trabajos son ahora todos simulados. Actualmente no podemos distinguir la realidad de la irrealidad. Hemos perdido no sólo el sentido de la vista, sino también el del gusto, el oído, el tacto y otros sentidos relacionados con la realidad. Ya no estamos seguros de lo que es realmente sabroso, de lo que oímos, de lo que realmente sentimos, etcétera. Nuestro cuerpo ha cambiado, aunque no nos demos cuenta de ello. Esto es así porque los sistemas de comunicación entre nosotros, o entre los bienes de consumo y nosotros, han sufrido cambios radicales. Hemos transformado nuestro cuerpo
de tal modo que podemos invertir la relación entre realidad e irrealidad con el simple movimiento de una imagen. EI progreso de los medios de comunicación ha aislado las palabras de los bienes de consumo y ha diluido la realidad de éstos. Ahora somos capaces de desarrollar imágenes solo mediante palabras o videoimágenes, incluso aunque no vayan acompañadas de entidad alguna. De este modo, la vida simulada se ha autodifundido en otras áreas. Como resultado, la comunicación a través de los medios o, en otras palabras, la comunicación sin entidad ha llegado a ser una necesidad en nuestra vida diaria, hasta el punto de que la comunicación sin la red de los medios resulta imposible. Ahora vivimos en un mundo sin fronteras entre realidad e irrealidad
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SIMULACIONES

viernes, 17 de agosto de 2012

De la patrulla del amor

Estaba  cómodamente sobre el pasto, en una postura interesante boca abajo, admirando mis trazos, con un eco resonante y desagradable de fresas refinadas con conversaciones banales llenas de ligamentos vacíos, el típico "osea", "we", etc. Cuando encontré mi estado incómodo, irreparable, tuve que decidir sentarme; sumamente inoportuno para alguien que se encuentra sentado habitualmente desde hace mas de dos semanas. Dicha postura me permitió observar lo que a continuación relato:
Dos mujeres cincuentonas, tal vez cuarentonas, uno ya no sabe cuando las arrugas, la vestimenta y artilugios femeninos se desvanecen en las edades maternales. Ellas solemnemente se aproximan a un gran arbusto, que deduje era una cortinilla bien frondosa para las demostraciones más afectuosas de mis anónimos interrumpidos por lo que llamare "La patrulla del amor" , no por cuidarlo y fortalecerlo, sino por prohibirlo. Así es, acompañadas de un discurso de moral, religión, culpa, miedo y desprecio (¡Vaya es lo mismo!) estas queridisimas y apreciables ciudadanas veladoras por los asistentes al parque de la comunidad, con el fin de evitar cualquier desfiguro mayor de la pareja, tuvo el atrevimiento de correrlos literalmente del área más pública que desde que tengo razón se que existe. Era de esperarse que los amorosos jóvenes no hicieron caso inmediato a las amabilisimas señoras y hasta refutaron sus argumentos, casi en son de burla, ¡No era para menos! Que quinceañero con festín de hormonas se hubiera quedado callado en estos tiempos, unas faldas y caras largas no cambiarían las cosas. 


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